Huente: El Confidencial
Por Fran M. Galbarro. Cádiz 19/12/2022 – 05:00
ANÁLISIS DE LA LENGUA. Nueve de cada 10 andaluces se identifican con su acento, pero el ceceo y el jejeo, presentes en gran parte del territorio, apenas tienen representación, según el estudio de una doctora en lengua española.
Miguel Primo de Rivera, Diego Martínez Barrio, Felipe González, Celia Villalobos, Magdalena Álvarez, María Jesús Montero… Más de 40 andaluces de distintas provincias han pasado por el Consejo de Ministros en el último siglo. Unos tenían un acento más marcado que otros y algunos fueron ridiculizados por ello. Pero, pese a las críticas, ninguno llevó a Madrid una pronunciación predominante en gran parte del territorio andaluz: el ceceo.
Así lo revela el estudio Seseo, ceceo y distinción de /S/ y /θ/: el caso de los políticos andaluces en Madrid, elaborado por la investigadora Rocío Cruz Ortiz. Esta doctora en lengua española ha analizado los discursos de los presidentes y ministros andaluces entre 1923 y 2011 con unos resultados demoledores: solo se apreció ceceo —pronunciar el sonido de la zeta en lugar de la ese— o jejeo —hache aspirada en vez de ese— en un 0,2% de las casi 3.500 intervenciones analizadas. Una representación testimonial, teniendo en cuenta que el ceceo predomina en más de la mitad del territorio andaluz.
Tanto el ceceo como el jejeo están muy presentes en las provincias de Cádiz, Sevilla y parte de Málaga, Granada y Huelva, pero es el rasgo que más ocultan los andaluces cuando salen de la comunidad. Si bien muchos mantienen la pérdida de consonantes finales o el debilitamiento de la ese inclusiva, la mayoría oculta este rasgo lingüístico estereotipado incluso dentro de Andalucía. A veces, en el Congreso, se fuerzan eses que se olvidan en el AVE de vuelta a Sevilla.
“Cuando vas a Madrid intentas pronunciar lo mejor posible”, reconoce Alfonso Moscoso, senador del PSOE y alcalde de Villaluenga, pueblo de apenas 400 habitantes en la Sierra de Cádiz. “No es que reniegue de mis raíces, pero cuando uno llega a Madrid y empieza a hablar lo primero que dicen es que no nos entienden”, resume el regidor, que reconoce no hablar igual en el pueblo donde gobierna desde hace 24 años que en la Cámara Alta.
El ceceo y el jejeo quedaron relegados a las zonas rurales andaluzas y durante siglos se ha relacionado con hablantes de un nivel sociocultural más bajo. “Los hablantes eliminan los rasgos que no gozan de gran estima lingüística cuando ascienden en la escala social. Cuando esos andaluces llegaban a las ciudades empezaban a distinguir entre ce y ese o directamente a sesear”, explica la investigadora. El seseo —fenómeno que consiste en pronunciar el sonido de la ese en lugar de la zeta o la ce— sí caló en zonas urbanas, con una gran aceptación entre hablantes cultos. Durante siglos, fue exportado a Latinoamérica desde las ciudades de Sevilla y Cádiz, foco cultural durante el comercio de Indias, lo que reforzó su prestigio.
Pese a que también peligra su vigencia —algunos estudios alertan de que cada vez se usa menos en ciudades como Sevilla—, es un fenómeno lingüístico mucho más habitual en el Congreso de los Diputados y está presente hasta en un 25% de las intervenciones de andaluces analizadas por Cruz, que pudo intuir cómo algunos ministros forzaban su forma de hablar. “En la investigación detectamos hablantes que en ocasiones sesean y en otras no. Eso normalmente ocurre porque eres seseante o ceceante, pero estás intentando cambiar y no te sale siempre”, explica la investigadora.
Campaña ‘Saca tu lengua’
Recientemente, Adelante Andalucía ha iniciado una campaña para que las instituciones fomenten estos rasgos lingüísticos, ocultados por la mayoría de hablantes en contextos formales. Los libros de textos más usados en los institutos de la comunidad muestran el ceceo como un fenómeno habitual en “sectores de cultura baja”; incluso el libro de estilo de Canal Sur, la televisión pública andaluza, invita a los periodistas a abandonar este tipo de pronunciación.
El papel de los medios de comunicación, que ejercen una “función igualadora de la lengua”, se antoja fundamental a la hora de normalizar formas de hablar. El estudio muestra que fue en el franquismo cuando los ministros andaluces hablaron más andaluz, lo que podría explicarse, entre otras cuestiones, por la menor relevancia de los medios durante la dictadura.
La formación liderada por Teresa Rodríguez llevará al Parlamento andaluz, las diputaciones y los ayuntamientos propuestas para acabar con los “prejuicios y estereotipos” asociados al ceceo y el jejeo. Además, denunciará ante la Inspección de Educación algunos contenidos de libros escolares que menosprecian estos rasgos. El objetivo es que “los andaluces no eliminen su pronunciación en discursos públicos ni en contextos formales”, aunque, paradójicamente, las dos personas que presentaron la campaña se han adaptado a la variedad gaditana de la capital pese a haber nacido en municipios de la provincia.
“Lo habitual es que uno se acomode al ambiente y el registro en el que está”, explica Cruz, quien reconoce que desde 2011 “no ha habido una gran mejoría” en la normalización del ceceo o jejeo de los políticos en Madrid. Todo ello pese a que la nueva ola andalucista reivindica el andaluz como seña de identidad cada vez más aceptada por la ciudadanía: según una encuesta de la Fundación Centro de Estudios Andaluces, nueve de cada 10 se identifican con su acento.
Sin embargo, estudios más completos siguen mostrando que ese orgullo no va de la mano de un mayor prestigio. El monográfico Percepción de las variedades cultas del español muestra que incluso los jóvenes andaluces siguen considerando el castellano como una variedad más apta para ambientes formales y cultos.
“Nos esforzamos a la hora de pronunciar”
“No es lo mismo hablar en el pueblo que en una intervención política”, valora el alcalde y senador Alfonso Moscoso, quien considera importante “no abusar de la fonética, del seseo ni del ceceo e intentar hablar más lento y pronunciando de forma concreta para que se nos entienda”. “Nos esforzamos en la gestión del día a día y también en el tema lingüístico: no renunciamos al habla de los políticos andaluces, pero tenemos que intentar utilizar el rico lenguaje español y pronunciar lo mejor posible”, añade.
Durante décadas, muchos políticos andaluces han sufrido las burlas por hablar andaluz en la tribuna del Congreso. María Jesús Montero es el ejemplo más reciente, pero otras ministras como Magdalena Álvarez vivieron reproches parecidos. Preguntada por esta cuestión, la isleña llegó a reconocer que adaptarse a Madrid le hacía expresarse peor: “Cuido tanto el hablar que al final hablo peor. Si no tuviera que hablar despacito para no saltarme las terminaciones me costaría menos: al final pienso más rápido de lo que estoy hablando y se me va el hilo de la intervención”.
La profesora Rocío Cruz considera que son “los hablantes de nivel sociocultural alto” quienes “pueden cambiar la concepción” del andaluz. “En definitiva, son a quienes intentamos imitar”. Sin embargo, reconoce que el ceceo es “muy difícil de mantener” en política. “El puesto depende de tu imagen: de cómo vas vestido, de cómo te comportas y de cómo dices las cosas. Y es algo de lo que no podemos desligarnos: la lengua es un comportamiento social y todo comportamiento social se juzga. Juzgamos cómo hablamos, igual que juzgamos cómo vamos vestidos”, concluye.